Con la lengua de mi cuerpo

Le habla al sol
desde su propia luz en la boca
para iluminar a un continente
y sonreirle con sus ojos de estrella
al mundo que se le aparece ante los ojos


Aquí estoy yo


con la lengua de mi cuerpo
abriendo las manos
abarcando el páramo entre flores de cristal
de un diamante enmarcado
junto a tramos de un verde valle
que la adoran como a una deidad
bella marquesa del cosmos en el universo

El rugido y su blanco

El tempano es blanco
frío
y tan poderoso como el canto de la eternidad
en su voz sin tiempo
ruge también
y se desganita abriendo la garganta
cuando te ve

Es decir cree en vos
y lo dice porque no se calla
por aquello que tiene y que lo deslumbra
como tu velo todo cubierto de luces
y de deseos para armar,
la desesperación, el brillo, la voluptuosidad

El vaho de la mañana

El vaho de la mañana
cuando recién amanece el templo de los días
en su morada de invierno
guarda en el velo de los deseos
el regalo del iris
en su mirada de larga distancia
y fuego de hielo azul y claro
como un bosque de luceros

Deslumbra hasta el hálito
y llama con su mano apreciable
de hebras de amor y de resolución
al encuentro tácito de la piel
en la sublime gema de los aciertos